martes, 27 de octubre de 2009

Concepto en proceso.

Amor: Complejidad.

Amor: Explosión de colores, lluvia de pétalos carmines, horizontes claros, estrellas marinas enlazadas por gaviotas.

Amor: Putrefacto sentimiento que habita solo en agusanados corazones.

Amor: Unión de dos sexos en un afán superior que el bestial placer del coito.

Amor: Asqueroso placebo contra el cáncer de la soledad.

Amor: Adictivo tatuaje de un alma que nos acompaño y acompañamos en el sendero a pesar de nuestra innata soledad.

Amor: Dolor gozoso, dulce ilusión que deja una amargo sabor a muerte.

Amor: Serenata de luna llena que aleja los taimados fantasmas de la soledad y enciende el quinqué de la esperanza en la ventana oscura de la distancia.

Amor: Dos almas que se subliman a través de la vida diaria.

Amor: El afán de seguir adelante a pesar de los acantilados y noches de descargas eléctricas.

Amor: Un tesoro inalcanzable, vagas invenciones de poetas y locos.

Amor: La presencia del todo.

Amor: Subjetividad.

Amor: La base de mi vida.

jueves, 15 de octubre de 2009

Anochecer

Contemplo el anochecer. Naranja, purpura mis sentidos que se afinan y agudizan cual cuerda de violín. Lentamente cae el sol en las montañas recubiertas de piedras, piedras cubiertas de pasto, abierto pasto que enverdece el trayecto del ya rojo y cansado astro. La luna, curiosa y discreta, se asoma, se regocija al saber que una vez más jugara a la ronda con sus amigas las estrellas en el firmamento.

El viento fresco no arrastra consigo las capuchinas motas de polvo. Viaja libre, se bate en vuelos inconstantes. Sirve de mensajero a besos, a perfumes, a la vida. Me envuelve el dorso de las manos. Te encrespa el largo cabello. Es heraldo también de mis caricias.

Lentamente la paz se apropia de los espacios. Como leona voraz se agazapa, contrae los músculos, mortífera otea el aire. La paz prepara el zarpazo. Sus víctimas yacen en su lecho de sacrificio donde una mullida imitación de nube les sostiene el cuello. Sin nada que la detenga, sin tapujos, la paz ataca furiosa, cegada por el afán de hacerse sentir. Miles de almas caen bajo su ataque. Tendidas en el más reparador sueño, sin apremios, sin relojes, sin deberes, agradecen el aniquilante golpe.

Yo te recuerdo, tú me añoras, te bendigo entre mis sabanas mientras tú rezas en las tuyas por mi vida. Anochece. Me ataca la paz, nos vuelve a unir en el sueño, por un sueño, por ti sueño.

martes, 13 de octubre de 2009

Ando.

La soledad que me embarga no es la misma de la alguna vez te rescate. Yo no me postro en el camino, vencido.

Ando solo por las veredas con mi sombra fiel como único recuerdo de otros tiempos, no por falta de quien me haga compañía, sino porque, gallardo, he de recorrer estas veredas sin más huellas que las mías. Yo elijo este silencio. Aunque la tierra es fría y polvorosa la ruta que he trazado, vivo contento.

El hambre de caricias, besos, sonrisas es fuerte, no lo niego. La tentación de hacerme acompañar de alguna, de cualquiera, de satisfacer a esa bestia llamada Deseo me llega a ahogar por momentos. Pero el joven aprendiz de Don Juan, el disfraz de Casanova, lo he dejado en el recuerdo. Deseo no me posee, yo le poseo.

Contra toda posibilidad mi marcha sin compañía no lo es tanto. Amigos he encontrado, errores he resarcido, senderos ocultos su secreto me han permitido horadar. No manipulo mi destino, es cierto, pero tampoco dejo que alguien más lo haga.

No soy el que partió un día con lagrimas y desesperanza. No soy el que solía mentir por mantener la gracia de los demás. No soy ya el que tú recuerdas. Soy otro. Sin cambios pero distinto. He de encontrarte tal vez, como a menudo reencuentro amigos, como me reencuentro con mi padre y mi madre, con mis hermanos, con mis miedos, con mis derrotas, con mis triunfos. He de verte otra vez. Y solo espero que, altiva, hayas encontrado que la humildad y, sobre todo, la verdad, son los mejores adornos de un corazón.

martes, 6 de octubre de 2009

La soledad u otros demonios.

Entre los rumores silenciosos de la lluvia llegan los ecos de la noche moribunda. Agazapada, felina, yaces en mi lecho sin más traje que tu sensualidad desnuda. Pura y virginal, puta de barrio, metáfora de nada. Necesito tus besos de selva; húmedos, sofocantes, interminables, de fruta salvaje, de arboles jamás escalados, fiera sedienta de sangre.

Tu geografía de mundo me hace falta. Tu cuerpo como dunas, tentador y mortal, aquel oasis oculto en lo profundo de tu ser, manantial dulce. Tus olores a vainilla, a pasto lleno de rocío. Hablas mil idiomas incomprensibles, la gramática en tus suspiros, la fuerza meditabunda pertenece a tus ojos, bellas alegorías que se esconden tras tus lágrimas, tras tu risa, en tu vida.

Te abrazo y abrazo tu oscuridad, tu nada, tu perenne ausencia. Ausencia que no lo es tanto. Dolor que va matando como la arena en el reloj, sin quejas, sin alegría. Tu nada es devoradora de mi todo, de mis contextos, de mis futuros. El lecho esta sin ti pero no está vacío.

Bella en la memoria, lejana por valles y montañas, cercana en los suspiros, loca dependencia dictadora de ensueños; atardecer de nubes grises y horizontes púrpuras que no da paso a la luna ni le quita la vida al sol, infinita sinfonía de los horrores, indeleble transparencia.

He contemplado como la piedra se concentraba en el sol y el resto de las líneas me parecen ilegibles. Me absorbió esa sonrisa enigmática, la mirada misteriosa y mis ojos desean nada que no sea esa belleza. Conocí el roce de tu piel, tu mortal Sahara y los caminos del pueblo perdieron un caminante.

Renuncio a los placeres, a los placeres para el mundo, a los placeres de los ricos, a los placeres de los pobres, a ellos renuncio. De placeres solo el nombre les queda. Brillos grisáceos, reflejos cavernosos. He conocido el verdadero mundo, los verdaderos placeres, me harte de sombras y abrí mis ojos a los tesoros reales. Ya no quiero nada que no sea ese Amazonas.